
–Camino de Santiago portugués–
De Padrón a Santiago de Compostela. O mejor dicho: de Porto a Santiago. 235km de paisajes, gentes, y soledad. 235 km de dolor de pies, de dormir poco y mal y de sudar como si no hubiera un mañana. 235 km de tiempo para pensar, para compartir, de encuentros conmigo misma y con extraños, de momentos de disfrute gloriosos. 235 km de intentar darle sentido a las cosas y de darme cuenta que, al final, siempre lo que cuenta es el camino. El andar. El no tener miedo, el saberme capaz y el querer ir a por más. Sabiendo que la duda siempre está pero que, dependiendo como la instrumentalice, puede hacerme crecer a alturas jamás pensadas. Y sabiendo, después de verlo reflejado en l@s otr@s, que hay que darle menos importancia a lo que dirán, al ser aceptad@ o querid@ por los demás, que si eso no empieza por uno, lo que hacemos es pasar por la vida viviendo a medias. No es que no lo supiera, pero caminando, reflexionando y hablándolo me di cuenta que sin esa libertad de “ser” en cada momento lo que toque ser somos esclav@s inevitablemente de algo que está fuera de nosotr@s, y de algo que, al final, ni siquiera es real. A vivir, a reír, a aprender, a cagarla, a sacar provecho, a llorar y a crecer. Sol@s y acompañad@s. Esperanzad@s.
Publicado en redes sociales el 14 de julio de 2019