Odas a la Casa de Campo

Casa de Campo, Madrid, 27 de julio de 2019

Oh, ¡Gloriosa Casa de Campo! Que me permitís alejarme del ruido absurdo de la ciudad, lleno de pseudo-preocupaciones y miedos cotidianos, yo te mal escribo estas palabras en pos de alabar tu brisa fresca y tu olor a pino. Dejo atrás a los paseantes del lago, a los corredores vestidos de Quechua y a los navegantes de barcas casi de juguete y me adentro al bosque. Algún que otro ciclista se pasea, cortando la linea del horizonte con sus mallas coloridas y su andar de mountain bike; se cruzan por mi camino unos conejitos peluchones, que me miran a la distancia —no sea que les toque correr por sus vidas. Sigo adentrándome en el bosque: surco caminitos entre arboledas que ya no me permiten distinguir dónde estoy parada y me encuentro con algún que otro caminante, vestido o nudista, que se pasea cadenciosamente entre los árboles distantes. Al ritmo de las chicharras que hacen de banda sonora, sigo mi paso firme hacia mi destino, siempre el mismo… mi propio mirador de las sierras. Un punto al que llego siempre, sin saber cómo ni porqué. GPS incorporado que me lleva siempre al mismo páramo, a la misma foto. Me siento en la tierra para descansar, mirar, escuchar. Me saco de vez en cuando a las hormigas tamaño oliva negra que deciden explorar mis piernas y, con un suspiro sonoro, me pongo de pie y siguiendo la música de las chicharras me adentro nuevamente en el bosque, a perderme por un rato más, que total no se me ocurre nada mejor que hacer en esta tarde de sábado.

Publicado en redes sociales el 7 de julio de 2019.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: