
CRISTA
¿Dónde dejaste aparcado el coche? Tenemos que irnos ya mismo, no hay tiempo que perder.
CLOE
No lo recuerdo.
ANGIE
¡Mierda! Cloe, ¿cómo has podido olvidarte? Era lo único que tenías que hacer: responsabilizarte del puto coche, y ahora estamos jodidas. De esta no salimos…
CRISTA
Cálmate, Angie, que desesperando no lograremos nada. A ver, pensemos: bajamos por la calle de Justo, la que en la esquina tiene la tienda…bueno, solía estar la tienda de comida para mascotas.
ANGIE
Sí, ahora hay un agujero muy pintoresco si mal no recuerdo….
CRISTA
¡Angie! Por favor.
ANGIE
Perdona, Cris.
CRISTA
Sigamos. Cloe, bajamos por Justo, ¿correcto?
CLOE
Sí.
CRISTA
La información que nos pasaron para recoger los suministros eran que teníamos que bajar por Justo después de pasar el checkpoint de la Avenida B.
CLOE
Unos 1000 metros y doblar a la izquierda en la calle sin nombre pero que tiene en la esquina un círculo rojo.
ANGIE
¡Eso Cloe!
CRISTA
Bien. Doblamos allí, Angie y yo nos bajamos porque la barricada bloqueaba la calle y no pudimos seguir en coche.
CLOE
Yo di marcha atrás y me quedé esperando en la esquina. Pero apenas las perdí de vista pasó por al lado mío un oficial del ejército negro que me dijo que no podía detenerme en esa zona; que debía circular.
ANGIE
Circular. Hijos de puta. Se creen los dueños de las calles.
CRISTA
Lo son…Pero no nos desviemos que tenemos… (mira la hora en su reloj pulsera) …nos quedan diez minutos.
ANGIE
¡HOSTIAS! Cloe, me cago en tu memoria de canario enjaulado. ¿Dónde cojones tiraste el coche, hermanita?
CLOE
(Al borde del llanto) ¡No lo recuerdo! ¡No lo recuerdo! Cuando el oficial me dijo eso arranqué sin pensar, recorrí un par de cuadras más y cuando me di cuenta de que me estaba alejando mucho del punto de encuentro, decidí doblar en una calle a la izquierda, pero en esa calle tampoco podía quedarme aparcada, porque había otro grupo de oficiales de negro que estaban…que estaban… (se pone ansiosa, y las lágrimas comienzan a caer por sus mejillas).
CRISTA
(Suave, intentando calmarla) No importa lo que estaban haciendo Cloe, no importa. Quítate esa imagen de la cabeza, y por favor sigue pensando dónde puede estar el coche.
ANGIE
(Decidida) Caminemos hacia algún lado. Cloe, al menos dinos una dirección, ¿norte? ¿sur? No nos podemos quedar aquí, en unos minutos esto va a estallar por los aires.
CLOE
Noroeste.
Angie, Cloe y Crista comienzan a correr en dirección noroeste. No hay nadie en la calle. Van saltando escombros que cubren cuan alfombra lo que alguna vez fueron las aceras de un barrio pijo de la ciudad de Arcadia. Angie y Crista llevan en sus espaldas sendas mochilas repletas de suministros. Cloe no lleva nada, pero mientras corre se puede ver una marcada cojera en su pierna izquierda.
CRISTA
Cloe, sigue pensando. Trata de recordar. ¿Por qué dejaste el coche? Cuando te encontramos estabas sentada en la entrada de la boca del metro. ¿Cómo llegaste ahí? ¿Te acuerdas?
ANGIE
¡Cloe! Que si no llegamos al coche y nos encuentran deambulando por la calle…
CLOE
¡Lo sé, lo sé! No tienes que explicármelo Angie, ¡lo sé! Lo he visto con mis propios ojos; me gustaría poder arrancarme los ojos… ¡no puedo más, no puedo verlos más!
Cloe se detiene. Está llorando a los gritos, desesperada. Crista mira a Angie con una mezcla de reproche y tristeza. Le saca la mochila y se la pasa a Angie; Crista su carga en su espalda a Cloe. Siguen corriendo.
CRISTA
Ya lo sé hermanita, ya lo sé. Por favor, no te hundas ahora. No podemos hundirnos. Tenemos que volver al refugio Robinson. Las vidas de muchas personas dependen de los suministros que llevamos en las mochilas. Te lo pido por favor, Cloe, haz un esfuerzo, el último, y después podrás descansar todo lo que quieras.
ANGIE
Si te acuerdas dónde está el coche te juro que nunca más te gritaré ni te insultaré, ni te hablaré mal…
CLOE
(Recompuesta) Big sis, no prometas lo imposible.
Mientras Angie y Crista siguen corriendo en dirección noroeste, Cloe, descansando en las espaldas de su hermana, respira de forma profunda y cierra los ojos.
Los oficiales de negro estaban intentando salvar a un grupo de personas. Eran como unas veinte personas, más los Blacks. En total unas treinta personas. Había gritos, humo y sangre por todos lados. Olía a carne quemada. Y los Otros eran dos. Sí. Solo había dos y sin embargo estaban masacrando al grupo de humanos como si se tratasen de hormigas. Uno de ellos me vio. Lo sentí. Sentí un escalofrío y no pude seguir conduciendo. En aquel momento lo único que se me cruzó por la cabeza fue salir disparada de allí. Sentí que lo haría más rápido si me escabullía a pie que si trataba de escapar con el coche. Las máquinas les atraen tanto o más que las personas, ya lo saben, y me di cuenta de que para salvarme tenía que dejar el coche y correr sin mirar atrás. Salí del coche y comencé a correr en dirección a una calle angosta y oscura. Corrí y corrí. No volví a mirar atrás. No sé cuánto tiempo corrí. Solo se que, llegado un momento, dejé de escuchar gritos, de oler la carne quemada. Del cansancio y del dolor en la pierna me tropecé y caí en la entrada del metro. Y creo que perdí la consciencia.
ANGIE
(A Cloe) Y así te encontramos. (A Crista) Cris, no vamos a poder recuperar el coche.
CRISTA
No.
ANGIE
¿Y qué hacemos?
CRISTA
Correr, Angie, correr. Nos quedan cinco minutos. Quizás podamos llegar al checkpoint Libertad antes de que se nos acabe el tiempo.
Angie asiente con la cabeza. Cloe se baja de la espalda de Crista. Crista coge una de las mochilas que lleva Angie y las tres hermanas comienzan a correr con todas sus fuerzas mientras los minutos pasan sin tregua.
Relato corto desarrollado para el curso de escritura autobiográfica de Fuentetaja, marzo 2022.