érase una vez una mujer con serpientes en la cabeza.

Nunca he soñado con serpientes.  De hecho, nunca he sabido a ciencia cierta cuántas tenía en mi cabeza.  No siempre estuvieron ahí: antes ocupaba su lugar una cabellera hermosa, larga y de color rojo como el fuego, ondeada como el mar bravo. No recuerdo cuándo me acostumbré a sus presencias escurridizas. Siempre en movimiento, siempreSigue leyendo «érase una vez una mujer con serpientes en la cabeza.»

Rosa en cautiverio

–Rosa, ¿me escuchas?  Veo. Luz. Siento. Calor. Huelo. Un aroma ácido, penetrante. ¿feo? Escucho. Voces que repiten un nombre. Rosa. Veo.  Personas vestidas de azul. Siento. Dolor en el cuerpo. Huelo. Mi propio sudor. Escucho. Voces que repiten un nombre. Rosa. Y me miran. Y repiten: Rosa. ¿Seré yo? ¿Quién soy? Puedo abrir más losSigue leyendo «Rosa en cautiverio»

a flote

En un cuaderno ya usado, me reencuentro con el pasado. Lo leo, en voz alta, y lo observo desde cierta distancia: prudencial, sí, pero también real. No recuerdo el momento en el que lo escribí –por más que, prolijamente, le puse fecha— pero sí puedo reconectarme con los sentimientos que me recorrían cuando necesité escribirlo.Sigue leyendo «a flote»

puzzle

Encontré escrito en un cuaderno que llevaba años sin abrir unas reflexiones-visiones…palabras que tuvieron sentido. Que hoy resuenan, con más o menos intensidad; unos de esos retazos, este: “Calor que surge de mi cuerpo —es el alma que se asoma. Respiro rápido, profundo, sin final. ¿Cuándo termina la historia? Me seco el sudor…tengo ganas deSigue leyendo «puzzle»